Cuaresma, tiempo en que renuevo mi amistad con Dios y el prójimo.
En estos 40 días tengo una nueva oportunidad para renovar mi amistad con Dios y mis hermanos/as en Cristo: ¿Qué debo hacer para lograrlo?
Desde muy pequeños, en nuestras familias crecimos escuchando sobre la Cuaresma; aún cuando no entendíamos el significado de la palabra, nuestros padres en una formación espiritual, a través del ejemplo, nos llevaron a practicar los símbolos que son propicios de este período para lograr una conversión espiritual. Sin entender muchos conceptos en nuestra infancia, mediante nuestra educación en la fe, continuamos practicando de manera independiente cada lapso de Cuaresma, hasta que finalmente hemos llegado a la edad de comprender la gran importancia y la realidad de este tiempo, acompañado de la actitud que se nos invita a tomar.
Durante nuestras vidas, como Cristianos Católicos nos mantenemos en la constante búsqueda del aumento en la fe y la confianza en la Divina Providencia. Con el Miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma, encontramos un momento importante de introspección, llevándonos a reflexionar de manera profunda sobre nuestra relación con Dios y los demás, y reflexionando sobre el cumplimiento de los mandamientos que nos ha propuesto nuestro Señor Jesucristo, hasta el final de los tiempos. En la cuaresma, encontramos la oportunidad de reforzar nuestra comunicación terrenal con la divina, perdonar y cambiar nuestras actitudes que nos llevan por el camino contrario hacia la salvación, por medio de símbolos cuaresmales que nos envuelven en un ambiente de serenidad y meditación.
Renovación y Conversión
En esta nueva oportunidad para renovar la amistad con Dios y nuestros hermanos, primero que todo, debemos ver nuestro interior y analizar cuáles son las dificultades y desafíos que nos obstaculizan el camino y no nos permiten avanzar y crecer en la fe. Cuando identificamos que, actuando de manera digna como hijos e hijas de Dios, en todos los aspectos, ámbitos y escenarios de nuestra existencia, empezamos un proceso de renovación.
Desde la fe
Cada día podemos iniciar la conversión de nuestros corazones con una disposición humilde, como nuestro amigo Jesús. Reconocer nuestros pecados y acudir al sacramento de la confesión, nos prepara para recibir a nuestro Salvador en nuestras vidas el Domingo de Resurrección. Mientras nos mantenemos en pecado mortal, crucificamos a Jesús una vez tras otra, sin permitir una conversión para la vida eterna. Cuando todos nuestros pasos van por el camino que agrada a Dios, es también una manera de renovar nuestra amistad con Él, rechazando las malas propuestas.
Cuando tenemos un malentendido con nuestros hermanos, debemos tomarlo con humildad y solucionar esa situación de una manera razonable, evitando los tonos de voces altos, la ira, soberbia y fomentar un ambiente de paz donde reine la alegría y el amor de Dios. Practicando la caridad, honestidad y empatía, también nos conduce a una renovación en la amistad con el prójimo.
En conclusión, la cuaresma es un tiempo sagrado en que los cristianos, marcados por la reflexión, penitencia y la preparación espiritual, celebramos la Resurrección de Jesucristo. Que, en este tiempo, profundicemos en nuestra fe y compromiso con los valores del Evangelio, renovando cada día nuestra amistad con Dios y el prójimo.
Por: Pamela Espinal. Lic. Comunicación Social, Encargada Comunicación Cáritas Arquidiocesana de Santiago, Lectora parroquia Santa Teresita del Niño Jesús.